sábado, 26 de diciembre de 2009

Menjar blanc





Después de mucho abrazar a tu recuerdo, pensé por horas como cruzar el mar que nos divide, pase días construyendo una balsa con el viejo roble que habitaba en el tras patio, lo logre y a la costa me dirigí. Estando ahí los peces miraban y reían de mí, observe molesto mientras se hunde la balsa y con ella mi intento. La mañana siguiente me mantuve inerte buscando en el cajón de mis ideas la mejor manera posible de llegar a ti, sin entenderlo salí, al volver llevaba conmigo un bolso lleno con comida de pájaros, a la azotea subí, al esparcir la bolsa completa sobre el techo espere, no podía creer la cantidad de aves que aterrizaban, ya ahí les pedí su atención mientras siguen comiendo, les explique con mucho detalle la razón del festín que ofrecí en su honor, y lo vital que me es su ayuda, escucharon asombrados por la manera en que la describí y lo adorable de la situación, sin mas acordaron ayudarme en mi viaje, en poco tiempo construir una enorme caja de madera, dentro llevaba lo necesario para mi largo viaje, así con centenares de pájaros amarrados a la caja esperamos el mejor viento de la costa y a cruzar el océano atlántico aventuramos, por los aires mi mirada no descansaba y en mente solo aparece una palabra "Barcelona", esperaba vislumbrar tierra, con nada a la vista después de días las aves se agotaban, una isla que no figuraba en el mapa atraviesa y descendimos, explore el pequeño pedazo de tierra sin señal de vida humana en el lugar, pase horas sentado en la playa contemplando mi naufragio, a la distancia una tortuga se acercaba, con su mirada fija en mis ojos pregunto, "Vale la pena el viaje?", sonreí y conteste, escucho con atención mi historia y el entusiasmo al mencionar cada detalle de mis motivos, el por que me encontraba en este lugar, con una enorme sonrisa dijo conocer a quien podría ayudar, mi pulso acelero mientras menciono a una sirena morada que habita en esa costa de buen corazón, pues ella había amado y perdido, sabia comprenderá mi situación, la mañana siguiente tras el placer de conocer a la sirena morada y explicarle la razón de mi viaje, con lágrimas en sus ojos y una enorme sonrisa me pidió me acercara al agua, me tomo en sus brazos y al oído me susurro, "Debes terminar tu viaje, es necesario, no hay obstáculo alguno mientras la meta sea la felicidad", le agradezco su ayuda y contemplamos la mejor manera de conseguir nuestro objetivo, al casi perder toda esperanza y aceptar el hecho de haber fracasado, me amarro a su espalda y cruzamos entre las aguas el camino restante, después de horas de mar abierto a la distancia "La Coruña" divise, una enorme sonrisa devoraba mi rostro, tierra firme por fin, y cerca ella, ella, al arribar a la costa la sirena morada solo dijo, "Al encontrarla nunca mas la dejes ir", se alejo y mire su descender en las aguas hasta desvanecer de mi vista, sobre la playa me encuentro, mis ojos absorven mi entorno, los arboles cantan una harmónia desconocida tan familiar, la tierra se movía, tal parece me alentaba a seguir mi camino, el sol sonriente me guiño un ojo y con lumbre en mano apuntaba hacia una dirección, una euforia me rodeaba mientras aves sentadas sobre nubes de igual manera apuntan hacía una dirección desconocida, con mi bolso lleno de esperanza y brazos abiertos continué en busca de esos brazos y esos labios llenos de sonrisas que cada amanecer espero admirar.

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